Pilar González / Expone
La exposición reúne casi un centenar de obras, entre ilustraciones, dibujos y pinturas, que reflejan su compromiso apasionado con la realidad y en especial con el universo femenino. Del 23 de mayo al 17 de agosto de 2014.
Artista versátil que ha transitado con sensibilidad y eficacia por variadas técnicas y soportes.
Pilar González, artista plástica uruguaya, se formó en los años setenta y ochenta con prestigiosos maestros. Desde entonces sus dibujos, pinturas e instalaciones que han sido distinguidos con diversos premios, se han exhibido en exposiciones individuales y colectivas en América, Europa y Australia.
El Ministerio de Educación y Cultura la ha convocado en varias oportunidades para exhibir sus trabajos y organizar talleres en distintas ciudades de Uruguay. Asimismo en 1994 la invitó a formar parte del envío uruguayo a la IV Bienal Internacional de Pintura de Cuenca, Ecuador.
En el año 2002 participó junto a 7 prestigiosos artistas latinoamericanos de la Bienal de Dibujo de América Latina realizada en Canberra, Australia.
Desde 1990 dicta cursos de expresión por la plástica y se desempeña también como curadora y diseñadora de montajes de exposiciones y diseñadora gráfica. Ha sido convocada como miembro del jurado en certámenes de artes plásticas y diseño como también para brindar charlas e integrar paneles.
Durante muchos años ha estado vinculada al teatro uruguayo como diseñadora de vestuarios, escenografías, maquillajes y marionetas, tarea por la cual obtuvo un premio Florencio y cinco nominaciones.
A partir de 2006 y hasta el 2012 ejerció la dirección artística del Museo de Arte Contemporáneo de El País.
Sus ilustraciones aparecen regularmente en semanarios, revistas y libros y su obra está representada en varios museos de Uruguay y Argentina y en colecciones privadas de numerosos países.
PILAR, PILAR
Por Jorge Abbondanza
El arrebato emocional con que Pilar González reacciona en la vida contra las provocaciones del entorno, figura también en su obra. Porque en el caso de algunos artistas extraordinarios se produce algo indefinible, una suerte de fusión entre el plástico y su obra, como si se tratara de dos partes de una sola cosa a medida que una de las porciones se refleja plenamente en la otra. Por eso Pilar consigue ilustrar los placeres, sordideces y penurias de este mundo con el sector medular de su trabajo, que durante décadas han sido sus dibujos, donde una pluma afiladísima nos enfrenta a la realidad y al hombre con el privilegio lineal de un trazo que navega por el soporte blanco del papel con una libertad y una soltura que parecen a punto de levantar vuelo. Solamente alguien sagaz y compadecido ante ese mundo puede expresar las cosas como lo hace ella, porque no vuelca su talento sino una entraña testimonial cuyo alcance va más allá de la hermosura, la gracia de la línea o la intensidad de los significados. En esta muestra totalizadora, donde Pilar resolvió juntar sus variados aportes artísticos, desde la pintura o el dibujo hasta el teatro y el fruto de la docencia, el observador puede medir la magnitud y la suma de interés de su obra, donde la figura humana asume un protagonismo devorador.
Porque allí están impresas la agudeza y la ocasional pasión con que Pilar juzga lo que sucede y lo que hacen sus congéneres, una identificación que es también la que surge de lo que Arguedas escribió sobre el devenir de los indígenas, lo que Bacon pintó sobre la deformidad interior de sus coetáneos, lo que Shostakovich compuso sobre las miserias de sus contemporáneos en medio de un cataclismo. Lo que la insólita sensibilidad de Pilar ha transportado a su obra es eso mismo, el espejo de lo que somos y lo que hacemos, con la fineza de un pulso que le permite transformar el documento en una pieza perdurable. Ese fenómeno debe ser subrayado hoy, en una época donde creadores de primer orden pasan de largo ante una atención pública que en cambio se detiene para glorificar a algún especialista de la autopromoción, entreverando una escala de valores ya bastante confusa y condenando al marco de la cultura a seguir borroneándose, lo cual promete un futuro nada alentador en la materia. Para delatar bellamente el mundo en que se vive, como puede hacerlo Pilar, se requiere una capacidad de lenguaje fuera de lo común y una sugerencia leve y a la vez perforadora, como la que tienen las palabras de los poetas.
Quien le asignó a Pilar el nombre de pila que ha llevado durante su vida, sabía perfectamente lo que hacía. Porque un pilar es un sostén -el de la inteligencia y el del trazo certero- pero es también algo que se eleva en el aire, como lo hacen sus trabajos por encima de los demás. A medida que el contemplador envejece y aprende, enfrentarse a esos modelos es cada vez más enriquecedor y por eso se le agradece a Pilar que esté cerca y esté activa. Los fabricantes de cuadros abundan, pero los verdaderos artistas no.